¡Shhhh!, pero que no se entere mi jefa.
Una gran herramienta del novelista, además de la
indispensable imaginación, es la memoria. Un escritor de novela, archiva toda
vivencia, conversación o experiencia. Lo guarda todo y, tarde o temprano, es
muy posible que acabe incluyéndolo en uno de sus manuscritos. ¿Tras cuánto
tiempo? ¡Ah! Eso no os lo puedo decir, nunca se sabe. Puede utilizarlo al día
siguiente o pasarse años con ello guardado en la recámara, esperando su momento.
Aparecerá resumido, maquillado, exagerado, caricaturizado, de
forma meticulosa o muy de pasada… Cambiará lugares y protagonistas… Tal vez no
haya una mención específica del hecho en sí y al folio en blanco solo llegue su
reflejo, el efecto que produjo en el escritor…, pero tarde o temprano, de forma
consciente o no, todo acabará nutriendo la imaginación del escritor.
Así que, cuidado con los secretos que cuentas a tu amigo “el
escritor”.
Yo, ya os he advertido. Ahora, es cosa vuestra.