¡Hola! ¿Qué tal? Mi nombre es
BoliFaber, Faber para los amigos. Y, sí, soy un bolígrafo, pero no un bolígrafo
cualquiera. No es por presumir pero, yo soy el bolígrafo de una escritora. Podríamos decir que soy una prolongación de su
mano derecha. Yo, sin ella, tal vez sería un bolígrafo simplón. Y ella, sin mí,
bueno… dejémoslo ahí, tampoco quiero parecer pedante.
Confieso que no es fácil trabajar
para una escritora. No todos los bolígrafos pueden desempeñar ese trabajo. Por
ejemplo, nunca puede darte la tos y quedarte sin tinta en el momento más
inoportuno. Eso sería motivo de despido inmediato.
Y requiere dedicación plena las
veinticuatro horas del día, algo a lo que no todos los bolígrafos están
dispuestos. Y es que, mi dueña, puede pasar días enteros sin necesitar mis
servicios. Pero, de la misma manera, cuando la inspiración llega, podemos
encadenar jornadas frenéticas y agotadoras de actividad.
En ocasiones, mi dueña disfruta
observando cómo me deslizo lentamente por el papel y me exige una caligrafía
clara y armoniosa. Parece que eso ayuda a que sus ideas fluyan mejor.
Sin embargo, otras veces, debo
ser muy rápido. De mi agilidad depende que una idea no escape antes de que haya
dado tiempo a plasmarla en el papel. Sería algo imperdonable. Nunca se sabe si
esa será la frase que dará pie a un best seller o si, por contra, será de las
que nunca leerá nadie pero, ante la duda, debe quedar registrada en el cuaderno
de notas.
Como os podéis figurar, siendo
escritora, a ella gusta escribir todo pensamiento que pase por su cabeza. Así
que, como supondréis, me conozco todos sus secretos, sus miedos, sus sueños… Por
supuesto, por mucho que insistáis, nunca los contaré 😶.
O, ¿tal vez sí? 😜
Estaremos en contacto.